El Motor Venezuela. Para medir el Socialismo en Venezuela.
En el Índice de Desarrollo Humano (HDI) Venezuela ha ganado un importante terreno social.
¿Pero cómo se están logrando estas metas? Veamos este ejemplo.
Si un motor desarrolla una velocidad record con una cantidad gigantesca de energía (pej, 300 litros x min) sus objetivos quedan más comprometidos que si otro motor es más lento, pero requiere solo 20 litros. El último es simplemente más eficiente.
En el HDI Report aparece Venezuela comparada con Cuba. Mientras Venezuela tiene una PIB de más de 12 mil millones US $ al año, Cuba solo menos de 7 mil millones. Pero, mientras Venezuela tiene un HDI algo mayor a un 0,84, Cuba lo tiene dos centésimas mayor, más de un 0,86. A casi de la mitad del PIB por habitante, los cubanos están dos puntos por arriba en el Índice de Desarrollo Humano.
Esto significa que: A. El valor del trabajo en la sociedad cubana, no definido por el mercado, bloqueada económica y políticamente, con precarios emprendimientos liberales, es mayor que el venezolano, en relación a la producción de bienestar social. Un trabajador cubano tendría un rendimiento de 12,28 sobre el 7,0 venezolano: un 57,003% mayor. B. Venezuela debe mantener un importante gasto público que sustituya el poco valor de su trabajo. Sin ese gasto los logros están comprometidos y, además, produce endeudamiento, descenso de las reservas, inflación y devaluación.
Esto no significa que el venezolano es perezoso sino que se esfuerza mucho en el sentido equivocado. El correcto es el mismo que hoy preocupa a Cuba, la industrialización, más fuentes de capital, mayor participación política y económica de las fuerzas de trabajo y mejorar la calidad de la hora/hombre. Esta industrialización, acosada por el mismo gasto público, hoy se diluye.
Si un motor usa tanta energía para funcionar así, también se desgasta más rápido, arriesgas sus piezas, se quema y quema sus lubricantes, depreda las fuentes obligadas de energía, se hace ecológica y estructuralmente frágil. Sus usuarios le pierden confianza pues, solo serviría para riquezas rápidas, hasta que se rompa y alguien la repare.
El Gobierno venezolano tiene hoy una nueva apuesta: impulsar un nuevo sector productivo, basado en fuerzas laborales en formación, integradas a tasas de ganancia mayores a través de modelos como el cooperativismo y la cogestión estatal.
Si este experimento sobrevive y logra volcar todas sus fuerzas al mercado mundial, Venezuela podría hablar del fin de la era monoproductiva. En caso de fracasar, se impondrá, por el bien de la economía y del bienestar social logrado, replantearse por siempre su relación fiscal con el petróleo.