Bahréin: La Amenaza de un Cataclisma.

Publié le par Daniel Castro Aniyar

 

Bahréin no es un pequeño punto lejano del mundo. No es un país de mentira, ni bananero, ni artificial. Tiene una importante base naval norteamericana, la V Flota, pero Bahréin no está ahí por eso. No es el Djibouti africano, o la caribeña Curazao, cuyas naturalezas políticas  dependen más de la geopolítica local que de una historia propia. Es una región de importantes y antiguas culturas, sobre las que hoy predomina el chiísmo. Pero además:


Bahréin puede ser el comienzo de una guerra de proporciones cataclismáticas.


Vamos a tratar de explicarlo.


Cuando yo era niño coleccionaba estampillas (sellos) de Bahrein, que antes se llamaba simplemente como su principal ciudad, Manama, porque así  formaba parte de los Emiratos Árabes Unidos. Cuando se dividieron en los 70, la nueva Bahréin heredó de los EAU y de Arabia Saudita, una casta dominante: A pesar de que el 70% de la población es chiíta, como los iraníes, el gobierno bahrení, las fuerzas armadas, los ministerios, todos los cargos directivos importantes en la producción petrolera, refinación, procesamiento de aluminio, turismo… son controlados por sunitas.


Los chiítas simplemente no pueden acercarse al poder. Solo tienen acceso al Parlamento. Pero, como en los demás países musulmanes, se trata de un parlamento inhabilitado, a la sombra del verdadero poder, aquel que reside de la renta petrolera y que sostiene al Rey Hamad bin Issa Al Khalifa. Descendiente de los Al Khalifa sunitas de EAU.


Los chiítas lo han dejado claro desde hace años: no quieren ser dominados por los sunitas. Y no están solos. Los iraníes han reclamado para ellos no solo su hermandad con los chiítas, sino la propiedad sobre todo el archipiélago de Bahréin. La reclamación territorial de Irán ha sido discutida y zanjada varias veces y, como en una caja de Pandora, siempre vuelve a aparecer.


A diferencia de los chiítas de Hezbolá en el Líbano, o de la beligerancia chiíta de Irak, los chiítas de Bahrein piden democracia. Tal democracia les permitiría controlar un país en el cual son mayoría y, por supuesto, minaría y arrinconaría el poder sunita. Esta democracia fue ofrecida hace 8 años por el mismo Rey Hamad pero no ha pasado nada desde entonces.


El asunto es que los sunitas tampoco están solos. Los sauditas no vacilarían en intervenir en Bahréin si al Rey se le sale la situación de las manos. Al menos, ese es el temor que la BBC transmite del análisis de Gala Riani (http://www.bbc.co.uk/news/world-middle-east-12471243).


Otro detonante: Bahréin es uno de los países con mayor desarrollo Humano en el mundo , y con un alto nivel de satisfacción del funcionamiento de sus redes societales (http://hdr.undp.org/en/media/HDR_2010_ES_Complete.pdf)  . Pero no hay que confundirse: ni la delincuencia ni los conflictos civiles nacen jamás de la pobreza pura y dura. No nacen de la precariedad económica, sino de la percepción de desigualdad.  La percepción de desigualdad está asociada con el detonante por excelencia de todo conflicto: la frustración[1].


Otro detonante: Para evitar la presencia de chiítas en la policía, Bahréin ha importado sus policías desde otros pueblos sunitas como Yemen, Siria y Pakistán. Esto los convirtió en una suerte de mercenarios, poco involucrados con el disenso social. Los bahreníes de la calle son reprimidos, heridos y asesinados por extranjeros.


Otro: La represión no luce disminuir sino aumentar. En estos momentos algunos barrios chiítas son sobrevolados por helicópteros, y se escuchan insistentemente disparos durante la noche. La represión es más grande que lo que reconocen las cámaras internacionales.


Un atenuante: Las protestas aún tienen un carácter liberal producido por la convocatoria juvenil y las redes sociales. Los chiítas bahreníes comparten la calle con los sunitas que también están fuera del poder. Ambos parecen entender que los beneficios de un Estado protector, deben incluir a todos los bahreníes por igual.


Así que estos son los escenarios, los más simples, pero en este momento, los más contundentes:


Escenario 1: El reinado decide promover cambios que significan la cesión de poder a la sociedad civil chiíta. Esto provoca disgusto en EAU y Arabia Saudita. Se garantizan equilibrios internos a costos importantes en sus aliados naturales. Aunque el Rey pueda mantener su mandato (una hipótesis cada vez más improbable, pero no imposible), los EEUU se encuentran con que su flota está apostada en un país con vínculos históricos, étnicos y religiosos con Irán. La volatilidad es demasiado peligrosa para la alianza entre los EEUU y los reyes sunitas.


Este escenario generaría una cadena de eventos que deberán ser analizados en su momento.


Escenario 2: El reinado cede a las presiones de sus aliados y acelera la represión, a pesar de todos los temores que esto levanta en los inversionistas occidentales. Los EEUU llamarían a una democracia, pero saben que ni siquiera una transición a lo Egipto les resultaría conveniente. Ante la frustración de la sociedad civil, mujeres vestidas de negro y ensangrentadas, Irán interviene y ofrece apoyo político. Bahrein sirve a Irán para canalizar su descontento interno por la urgencia de la solidaridad intraétnica, supremacista y atiimperialista. Los reyes sunitas toman la apariencia de Israel, como oportunos fantasmas macabros que aparecen cuando las dictaduras árabes se debilitan (una fenómeno que en ciertos analistas árabes se llama “el opio israelí”). Y la posesión del archipiélago se convierte en la movida geopolítica más importante del siglo XXI…


Veamos el mapa:

 

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El yacimiento de petróleo más grande del mundo es aquel que se extiende desde el Río Indo hasta el Éufrates, y que suma la cercanía de los yacimientos peninsulares. Todo ese petróleo pasa por el Golfo Pérsico.

 

Controlar ese paso es fundamental para el equilibrio de todo el sistema global. La frontera marítima del Golfo y el Estrecho de Ormuz entre Irán y la Península Arábica representa un equilibrio extremadamente precario, que define la naturaleza del conflicto en el Medio Oriente, desde Irak hasta Palestina.


Esta muy confrontada frontera separa delicadamente el aparato económico de dos enemigos mortales que han procurado aniquilarse desde el derrocamiento de Mossadeq en 1953, la invasión a Irak y el bombardeo israelí del Sur del Líbano, 56 años después.


La sola presencia de Irán en Bahréin, ayudando sin condicionamientos a una sociedad civil frustrada, en el centro del poder sunita, en el medio de los yacimientos petroleros más importantes del mundo, en la isla donde está apostada la V Flota norteamericana, pondría a EEUU y a los reyes sunitas en la obligación de impulsar medidas extraordinarias, desde negociar con el movimiento Bahrení (aún sin estructura, lo que hace que los acuerdos tengan poca solidez en el campo político), hasta su simple sofocamiento.


Además, la contención de este problema por más tiempo, provocaría la radicalización de fuerzas sociales, religiosas y políticas de toda la región de origen chiíta, multiformes, y que se han venido anidando entre los muy numerosos chiítas de Irak, el Sur del Líbano, el Sur de Arabia Saudita y la misma Kuwait.


El encadenamiento de estos procesos no es fácilmente previsible, pero el escenario de la violencia antisunita, anticristiana y antijudía tiene muchos antecedentes inmediatos. También la violencia antichiíta ha sido brutal y muchas veces de Estado, así como también hay antecedentes importantes en la historia del Islam desde tiempos de los ismaelitas en el siglo X y aún más allá[2].


Bahréin tiene todo para convertir el mundo en un cataclisma.


Egipto no pasaría de ser más que un niño de pecho ante el potencial conflictivo de los escenarios que se juegan en la pequeña Bahréin.

 

 

 



[1] Por eso Islas Vírgenes, territorio caribeño libre de impuestos de los EEUU, paraíso de la compra-venta de oro y donde no hay pobres, es sin embargo, la región del mundo con más delincuencia por habitante. Por esto hubo más violencia en los Balcanes que en Burkina Faso.

 

[2] Solo por recordar una anécdota: fue exactamente en Bahrein que los radicales ismaelitas en el año 900 toman por la fuerza la piedra negra de la Meca, masacran a los peregrinos, en su época de peregrinación y saquean Medina, y no devolverán lo saqueado hasta 50 años después. Cuando la piedra finalmente regresa a La Meca, se parte en 7 pedazos, hasta el día de hoy   (http://www.philtar.ac.uk/encyclopedia/islam/shia/qarma.html.).

Los Ayatolla iraníes son herederos del ismaelismo místico extendido por todo el mundo árabe en los siglos siguientes.

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